Los habitantes de la Remodelación San Borja fueron sacados de sus departamentos. Los soldados iniciaron los allanamientos torre por torre, piso por piso, habitación por habitación. La orden era “limpiar”: propaganda, literatura marxista, discos, afiches sospechosamente revolucionarios, proclamas hippies. Cada vez que los soldados ingresaban a un edificio, desde la distancia los apoyaban piezas de artillería apuntadas contra las torres.
Era el temor de la guerra; durante los días 11 y 12 de septiembre, algunos disparos salieron desde la Remodelación contra las tropas del golpe, y se creía que en los subterráneos podía haber depósitos de armas.
Era el temor de la guerra; durante los días 11 y 12 de septiembre, algunos disparos salieron desde la Remodelación contra las tropas del golpe, y se creía que en los subterráneos podía haber depósitos de armas.
Ese día miles de libros, folletos, revistas, discos y afiches fueron confiscados y amontonados en la plaza de la Remodelación. También se hallaron armas pero no fueron exhibidas a los periodistas. Durante el atardecer, enormes fogatas se elevaron en los jardines. Los soldados quemaban ese material peligroso. Era el inicio de una “limpieza” que costó miles de vidas.
Después se empadronó a los habitantes del sector. El objetivo era proteger y limpiar de la amenaza de elementos marxistas a dos edificios que habían sido sede de la UNCTAD III y se llamaban Gabriela Mistral. Ahora rebautizados “Diego Portales”, serían la sede del “régimen militar”, eufemismo periodístico para no hablar de Dictadura.
Después se empadronó a los habitantes del sector. El objetivo era proteger y limpiar de la amenaza de elementos marxistas a dos edificios que habían sido sede de la UNCTAD III y se llamaban Gabriela Mistral. Ahora rebautizados “Diego Portales”, serían la sede del “régimen militar”, eufemismo periodístico para no hablar de Dictadura.
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