Portada de la Revista TIMES del 24 de septiembre de 1973 informando del golpe de estado en Chile. Son claramente perceptible la manipulación sicologica de la información. Un cartel arrugado, manchado de pintura roja semejando sangre, y apenas sostenido en una pared que puede ser el Palacio de Gobierno chileno. Sobre el cartel una estrella roja con la hoz y el martillo en su centro.
lunes, 5 de enero de 2009
LA MONEDA BOMBARDEADA
11 de septiembre de 1973. El golpe de estado se materializa. Allende habla por radio Magallanes: "Estas son mis últimas palabras. Tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano". Horas después, su cadáver es retirado del Palacio de Gobierno por la puerta de calle Morandé 80. La junta militar asume el poder. Las siguientes fotografías publicadas por la revista VEA muestran los daños que en la casa de Gobierno provocó el bombardeo.
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ANTES DE LA TRAICIÓN
sábado, 3 de enero de 2009
EL FUNERAL DE NERUDA
En septiembre de 1986 la Revista APSI publicó el relato del escritor colombiano Plinio Apuleyo Mendoza que estuvo presente en el funeral del Premio Nobel de Literatura Pablo Neruda.
“Dada la situación, había más gente de lo previsto: unas trescientas personas, entre las cuales cincuenta periodistas y fotógrafos europeos. Obreros, estudiantes, mujeres, niños y un personaje político: Radomiro Tomic.
El sol apenas calentaba. Había en el aire algo que sugería aún el olor, el color del invierno, mientras el féretro, cubierto con la bandera chilena, era transportado a través de los jardines hacia la carroza funeraria estacionada en la puerta. Cuando el cortejo iba a iniciar su marcha, se escucho en el silencio de la calle un grito anónimo:
- Camarada Pablo Neruda.
Algunas voces contestaron:
- Presente.
Luego:
- Compañero Salvador Allende. Ahora un coro cerrado contestó:
- Presente.
El grito se repitió dos veces con la misma réplica. Luego la voz anónima cortó: ¡Ahora y siempre!
Y el cortejo inició su marcha muy despacio. No hay mucha distancia de la casa de Neruda al cementerio general: dos kilómetros a lo sumo. En el clima que vivía la ciudad (autos militares erizados de metralletas, en las esquinas patrullas con casco y fusil en ristre), aquel fue un recorrido lento y cargado de tensión".
"Al llegar delante de la alta y abovedada puerta del cementerio, el féretro fue descendido de la carroza funeraria y depositado sobre una especie de tarima rodante. El grupo se hizo denso. De pronto, mientras avanzaba hacia el cementerio, se alzó alrededor del ataúd el rumor sordo de un canto. En la acústica de la galería que sirve de entrada, las voces se hicieron más decididas, más firmes. Algunos puños se alzaron en alto. Cantaban La Internacional.
Detrás, en la plazuela que se abre delante del cementerio, se escuchaban sirenas de vehículos militares.
Soplaba un viento glacial entre los mausoleos de piedra y los cipreses polvorientos, mientras el cortejo avanzaba por una avenida de cemento, cantando".
El sol apenas calentaba. Había en el aire algo que sugería aún el olor, el color del invierno, mientras el féretro, cubierto con la bandera chilena, era transportado a través de los jardines hacia la carroza funeraria estacionada en la puerta. Cuando el cortejo iba a iniciar su marcha, se escucho en el silencio de la calle un grito anónimo:
- Camarada Pablo Neruda.
Algunas voces contestaron:
- Presente.
Luego:
- Compañero Salvador Allende. Ahora un coro cerrado contestó:
- Presente.
El grito se repitió dos veces con la misma réplica. Luego la voz anónima cortó: ¡Ahora y siempre!
Y el cortejo inició su marcha muy despacio. No hay mucha distancia de la casa de Neruda al cementerio general: dos kilómetros a lo sumo. En el clima que vivía la ciudad (autos militares erizados de metralletas, en las esquinas patrullas con casco y fusil en ristre), aquel fue un recorrido lento y cargado de tensión".
"Al llegar delante de la alta y abovedada puerta del cementerio, el féretro fue descendido de la carroza funeraria y depositado sobre una especie de tarima rodante. El grupo se hizo denso. De pronto, mientras avanzaba hacia el cementerio, se alzó alrededor del ataúd el rumor sordo de un canto. En la acústica de la galería que sirve de entrada, las voces se hicieron más decididas, más firmes. Algunos puños se alzaron en alto. Cantaban La Internacional.
Detrás, en la plazuela que se abre delante del cementerio, se escuchaban sirenas de vehículos militares.
Soplaba un viento glacial entre los mausoleos de piedra y los cipreses polvorientos, mientras el cortejo avanzaba por una avenida de cemento, cantando".
"Frente al mausoleo donde habrían de ser sepultados los restos de Neruda, se produjo un silencio apenas alterado por el zumbido de las cámaras filmadoras. El mismo silencio se mantuvo mientras se pronunciaban, sin ayuda de altavoces ni amplificadores, los discursos de tres escritores y una mujer. Luego, de pie frente al féretro cubierto de flores, un estudiante leyó un poema de homenaje a Neruda, poema que traía escrito a mano en una hoja de cuaderno.
Cuando el ataúd iba a ser introducido en el nicho, en medio de una lluvia de flores arrojadas por los presentes, estalló de nuevo el grito: “¡Camarada Pablo Neruda!”. Un coro de voces contestó: “¡Presente…!”.
De pronto el funeral de Neruda se había convertido en un sorpresivo mitin político. “Primer acto público de oposición”, titularía el diario francés Le Monde. Fue de todas maneras un acto muy breve.
Al salir del cementerio, la multitud encontraría de nuevo los camiones militares y la tropa armada con metralletas.
Muy cerca, en la puerta de la morgue, había un grupo de mujeres vestidas de negro, llorando. No lloraban por Neruda: eran las viudas de obreros y dirigentes de izquierda que habían sido fusilados la víspera. Acababan de encontrar los cuerpos de sus maridos destrozados por las balas.
Nadie se detuvo en oírlas. La gente caminaba en silencio, dispersándose en todas direcciones".
Cuando el ataúd iba a ser introducido en el nicho, en medio de una lluvia de flores arrojadas por los presentes, estalló de nuevo el grito: “¡Camarada Pablo Neruda!”. Un coro de voces contestó: “¡Presente…!”.
De pronto el funeral de Neruda se había convertido en un sorpresivo mitin político. “Primer acto público de oposición”, titularía el diario francés Le Monde. Fue de todas maneras un acto muy breve.
Al salir del cementerio, la multitud encontraría de nuevo los camiones militares y la tropa armada con metralletas.
Muy cerca, en la puerta de la morgue, había un grupo de mujeres vestidas de negro, llorando. No lloraban por Neruda: eran las viudas de obreros y dirigentes de izquierda que habían sido fusilados la víspera. Acababan de encontrar los cuerpos de sus maridos destrozados por las balas.
Nadie se detuvo en oírlas. La gente caminaba en silencio, dispersándose en todas direcciones".
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EL NUEVO EDIFICIO DE GOBIERNO
Los habitantes de la Remodelación San Borja fueron sacados de sus departamentos. Los soldados iniciaron los allanamientos torre por torre, piso por piso, habitación por habitación. La orden era “limpiar”: propaganda, literatura marxista, discos, afiches sospechosamente revolucionarios, proclamas hippies. Cada vez que los soldados ingresaban a un edificio, desde la distancia los apoyaban piezas de artillería apuntadas contra las torres.
Era el temor de la guerra; durante los días 11 y 12 de septiembre, algunos disparos salieron desde la Remodelación contra las tropas del golpe, y se creía que en los subterráneos podía haber depósitos de armas.
Era el temor de la guerra; durante los días 11 y 12 de septiembre, algunos disparos salieron desde la Remodelación contra las tropas del golpe, y se creía que en los subterráneos podía haber depósitos de armas.
Ese día miles de libros, folletos, revistas, discos y afiches fueron confiscados y amontonados en la plaza de la Remodelación. También se hallaron armas pero no fueron exhibidas a los periodistas. Durante el atardecer, enormes fogatas se elevaron en los jardines. Los soldados quemaban ese material peligroso. Era el inicio de una “limpieza” que costó miles de vidas.
Después se empadronó a los habitantes del sector. El objetivo era proteger y limpiar de la amenaza de elementos marxistas a dos edificios que habían sido sede de la UNCTAD III y se llamaban Gabriela Mistral. Ahora rebautizados “Diego Portales”, serían la sede del “régimen militar”, eufemismo periodístico para no hablar de Dictadura.
Después se empadronó a los habitantes del sector. El objetivo era proteger y limpiar de la amenaza de elementos marxistas a dos edificios que habían sido sede de la UNCTAD III y se llamaban Gabriela Mistral. Ahora rebautizados “Diego Portales”, serían la sede del “régimen militar”, eufemismo periodístico para no hablar de Dictadura.
BORRANDO LA GUERRA
El trabajo de limpieza y remoción demoraría varios días. Incluso un auto alcanzado por un obús en la Plaza de la Constitución, permaneció en el lugar como objeto de curiosidad.
Pero pronto los asesores civiles comenzaron a hacer notar la necesidad de borrar las imágenes de guerra.
Los rastros del combate, las huellas de las balas y los incendios eran contraproducentes y podían contribuir a la ya perfilada “campaña internacional” contra el naciente “régimen militar”. La orden de la Junta Militar, que gobernaba desde las oficinas del Ministerio de Defensa, fue despachada con la forma de un oficio, que de inmediato se hizo público. Pero el Ministerio de Defensa no era un lugar apropiado para las tareas de gobierno. Se pensó en el edificio que había servido de sede a la reunión de la UNCTAD III, y el nuevo edificio de gobierno fue llamado: Diego Portales.
Pero pronto los asesores civiles comenzaron a hacer notar la necesidad de borrar las imágenes de guerra.
Los rastros del combate, las huellas de las balas y los incendios eran contraproducentes y podían contribuir a la ya perfilada “campaña internacional” contra el naciente “régimen militar”. La orden de la Junta Militar, que gobernaba desde las oficinas del Ministerio de Defensa, fue despachada con la forma de un oficio, que de inmediato se hizo público. Pero el Ministerio de Defensa no era un lugar apropiado para las tareas de gobierno. Se pensó en el edificio que había servido de sede a la reunión de la UNCTAD III, y el nuevo edificio de gobierno fue llamado: Diego Portales.
LA MONEDA 1973
El Palacio de La Moneda, sede de los Presidentes de Chile. Fue construido en 1788, según planos del arquitecto italiano Joaquín Toesca (1745 - 1799). La fotografía muestra los escombros acumulados en el frontis del edificio presidencial. Imagenes de la destrucción que los bombardeos provocaron en La Moneda recién comenzaron a ser conocidas una década después del golpe militar.
"Nada deben temer los que tienen las manos limpias - dijo el Ministro del Interior General Oscar Bonilla - ¿Quién debe temernos? Muy pocos: el extremista que insiste en la violencia y que insiste en crear un estado que obliga a perturbar las actividades de la nación; el extranjero, que ha abusado de nuestra hospitalidad, matando o preparándose para matar a los chilenos, con el cual no tendremos consideración alguna. Lo perseguiremos hasta el final, porque ese extranjero tiene que saber que mientras haya un soldado nada sacará con eliminarlo con una bala asesina, porque diez correrán a recoger su fusil. También tiene que temernos el delincuente, el que ha abusado de un cargo, de una función, para cometer fechorías y actos que están penados por nuestra legislación".
"Nada deben temer los que tienen las manos limpias - dijo el Ministro del Interior General Oscar Bonilla - ¿Quién debe temernos? Muy pocos: el extremista que insiste en la violencia y que insiste en crear un estado que obliga a perturbar las actividades de la nación; el extranjero, que ha abusado de nuestra hospitalidad, matando o preparándose para matar a los chilenos, con el cual no tendremos consideración alguna. Lo perseguiremos hasta el final, porque ese extranjero tiene que saber que mientras haya un soldado nada sacará con eliminarlo con una bala asesina, porque diez correrán a recoger su fusil. También tiene que temernos el delincuente, el que ha abusado de un cargo, de una función, para cometer fechorías y actos que están penados por nuestra legislación".
Era el comienzo de los días del miedo, comenzaban los fusilamientos sin juicio previo, la aplicación de la ley de fugas. Primero fueron los campos de concentración, centros de detención, lugares de tortura, luego el exilio y los relegamientos a zonas extremas del país. Empezaban a construir un Chile nuevo, a su propio gusto y medida.
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LA NOCHE DEL ONCE
Fotografía que muestra la destrucción provocada por el bombardeo en uno de los salones principales de La Moneda.
Dame un pucho – dijo el conscripto - . No he fumado en todo el día-
- ¡Nada de cigarros! – Gritó un suboficial, a cierta distancia -. ¡Mi general dijo que ni una luz!
- Acurrucados en el portal de La Moneda, los soldados del blindado N° 2 tenían una larga y lúgubre madrugada por delante. Había pasado la medianoche del 11 de septiembre de 1973, y en los patios del palacio presidencial todavía humeaban algunos restos. Las maderas derruidas crujían una y otra vez y el aire estaba invadido por el olor penetrante de la ceniza mojada. Los bomberos se habían retirado poco antes y el edificio estaba solo, mudo herido, al cuidado de un centenar de jóvenes cansados y nerviosos.
- ¡Nada de cigarros! – Gritó un suboficial, a cierta distancia -. ¡Mi general dijo que ni una luz!
- Acurrucados en el portal de La Moneda, los soldados del blindado N° 2 tenían una larga y lúgubre madrugada por delante. Había pasado la medianoche del 11 de septiembre de 1973, y en los patios del palacio presidencial todavía humeaban algunos restos. Las maderas derruidas crujían una y otra vez y el aire estaba invadido por el olor penetrante de la ceniza mojada. Los bomberos se habían retirado poco antes y el edificio estaba solo, mudo herido, al cuidado de un centenar de jóvenes cansados y nerviosos.
La Historia Oculta del Régimen Militar.
Ascanio Cavallo, Manuel Salazar, Oscar Sepúlveda.
Noviembre. 1989
Los restos mortales del Presidente Salvador Allende son enviados al Hospital Militar
Cae la tarde y no hay noticias oficiales acerca de la suerte corrida por el Presidente Allende. Se sintonizan radioemisoras extranjeras y los rumores corren de boca en boca. El silencio de la noche se interrumpe con frecuencia por ráfagas de metralletas en todos los barrios. Se cuenta solo con noticias oficiales difundidas por cadena nacional de radioemisoras. Los servicios esenciales (agua, luz, gas) no son interrumpidos.
El país ignoraba en ese momento que el cadáver del ex Presidente Allende había sido retirado en una camilla desde el interior del Palacio gubernamental, cubierto con un choapino boliviano. Sólo el miércoles 13, a las tres de la tarde se informó escueta y oficialmente:
"A las 13.50 horas del martes 11 de septiembre por intermedio de Fernando Flores y Daniel Vergara, Salvador Allende ofreció rendirse incondicionalmente a las fuerzas militares.
Para los efectos se dispuso de inmediato el envio de una patrulla, cuya llegada al Palacio de La Moneda se vio retrasada por la acción artera de francotiradores apostados especialmente en el Ministerio de Obras Públicas, que pretendieron interceptarla.
Al ingresar esa patrulla a La Moneda encontró en sus dependencias el cadáver del señor Allende.
Una comisión de los servicios de Sanidad de las Fuerzas Armadas y de Carabineros y un médico legista constataron su deceso.
Al mediodía del miércoles 12 de septiembre se efectuaron sus funerales privados, acompañados por la familia".
Posteriormente se informó que el ex Presidente había sido sepultado en la tumba familiar en el cementerio Santa Inés, de Viña del Mar. Hasta Valparaíso, sus restos, acompañados por su viuda, hijas y otros parientes, fueron trasladados en un avión de la Fuerza Aérea de Chile.
Revista VEA, Número 1785
28 de septiembre de 1973.
Santiago de Chile.
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viernes, 2 de enero de 2009
LA DEFENSA DEL PALACIO DE GOBIERNO
El Palacio de Gobierno en llamas después de haber sido bombardeado por aviones Hawker Hunter de la Fuerza Aérea. Los relojes daban las 11.30 horas de la mañana cuando comenzó el ataque aéreo. Las bombas, cohetes "rockets" decían los locutores henchidos de emoción por relatar una batalla memorable, que hoy no deja de ser un acto de cobardes. A varias cuadras del centro cívico de Santiago se escuchaba el estallar de las bombas que destruían el Palacio de Gobierno. Las calles céntricas estaban aisladas por los soldados.
La Revista Vea, en su edición especial del 28 de septiembre,publicaba estas fotos y al pie de ella se decía: "Este sensacional documento gráfico captado en los instantes mismos de la refriega muestra a uno de los GAP (Voluntarios guardaespaldas presidenciales, denominados Grupo de Amigos del Presidentes) disparando su metralleta Punto 30 desde uno de los balcones del segundo piso de La Moneda hacia la Plaza de la Constitución". La intención de la noticia era tergiversar la realidad haciendo creer a la opinión pública que desde La Moneda se atacaba a las Fuerzas Armadas, que intentaban poner orden en un país sumido en el caos. Antes de terminar el mes de septiembre aparecerán arsenales clandestinos, guerrillas, el famoso plan Z para asesinar a todos los generales durante la parada militar, un arsenal de armas en Tomas Moro la residencia de la familia Allende. Esas y otras mentiras se difundieron por las radios y con grandes titulares mostraba El Mercurio.
Fueron no más de veinte los adherentes del Gobierno de la Unidad Popular que defendieron La Moneda del ataque de tanques y aviones bombarderos y de más de un centenar de soldados con fusiles y ametralladoras. Esa fue la heroica hazaña que el Ejército chileno conmemora con desfiles y homenajes.
Fueron no más de veinte los adherentes del Gobierno de la Unidad Popular que defendieron La Moneda del ataque de tanques y aviones bombarderos y de más de un centenar de soldados con fusiles y ametralladoras. Esa fue la heroica hazaña que el Ejército chileno conmemora con desfiles y homenajes.
EL ASALTO A LA MONEDA
El General Palacio, con su mano derecha vendada - en las puertas de Morande 80-, luego de haber encabezado a las fuerzas militares que ingresaron a la Casa de Gobierno.
Tanques, jeeps del ejército y soldados se preparan para el asalto final al Palacio de Gobierno que ha mediodía fue bombardeado por la Fuerza Aérea. Los conscriptos del ejército responden los disparos de los empleados de gobierno y trabajadores apostados en el edificio del Servicio de Seguro Social, a pocos metros del Palacio de la Moneda. No se ven oficiales encabezando el ataque.
EL PRIMER BANDO DE LA DICTADURA
Eran la primeras horas de la mañana del 11 de septiembre de 1973. La bandera chilena flamea en el Palacio de Gobierno. A esa hora ya se sabía del Golpe de Estado (Pronunciamiento Militar, en el nuevo lenguaje de la Dictadura). Allende desde su oficina de gobierno pronunciaba su ultimo discurso. En las afueras del Palacio Presidencial los periodistas esperan el desarrollo de los acontecimientos. La mayoría de ellos eran corresponsales extranjeros, las radios y periódicos nacionales si no fueron cerrados fueron censurados.
José Toha, Ministro del Interior y de Defensa, llega hasta La Moneda para informarse de lo que acontecía ese 11 de septiembre. Media hora despues las radios difundían el Bando número 1 de la Junta Militar de Gobierno: " El Presidente de la República debe proceder a la inmediata entrega de su cargo a las Fuerzas Armadas y Carabineros de Chile". Firmaban los cuatro traidores hoy por todos conocidos, y se ordenaba que la prensa, radios y canales de televisión del gobierno de la Unidad Popular debían suspender sus actividades informativas desde ese instante, amenazaba: "De lo contrario recibirán castigo aéreo y terrestre". Se ordenaba a la población civil que permaneciera en sus casas "para evitar víctimas inocentes". Poco antes del mediodía las emisoras que no acataron lo ordenado fueron silenciadas.
José Toha, Ministro del Interior y de Defensa, llega hasta La Moneda para informarse de lo que acontecía ese 11 de septiembre. Media hora despues las radios difundían el Bando número 1 de la Junta Militar de Gobierno: " El Presidente de la República debe proceder a la inmediata entrega de su cargo a las Fuerzas Armadas y Carabineros de Chile". Firmaban los cuatro traidores hoy por todos conocidos, y se ordenaba que la prensa, radios y canales de televisión del gobierno de la Unidad Popular debían suspender sus actividades informativas desde ese instante, amenazaba: "De lo contrario recibirán castigo aéreo y terrestre". Se ordenaba a la población civil que permaneciera en sus casas "para evitar víctimas inocentes". Poco antes del mediodía las emisoras que no acataron lo ordenado fueron silenciadas.
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11 de Septiembre 1973
Portada de la Revista VEA que el 28 de septimbre de 1973, mostraba la Moneda, el Palacio de Gobierno chileno en llamas y publicaba un completo reportaje al Golpe de Estado que cambió la historia de Chile
Eran las 7.30 de la mañana del martes 11 de septiembre. Muy pocos sabían que ese día se empezó a escribir en la historia de Chile la traición más cobarde, y comenzaban los días del miedo. El entonces presidente de Chile, Dr. Salvador Allende Gossens, muy temprano ingresaba al Palacio de Gobierno, La Moneda. Le habían informado que en Valparaíso se había sublevado la marina. Allende se aprestaba a iniciar los contactos necesarios para sofocar lo que creyó era el levantamiento de una de las tres ramas de las Fuerzas Armadas.
Apurado subió las escaleras hasta la oficina de gobierno que ocupaba desde hacía dos años diez meses y siete días. Se comunicó con el Ministerio de Defensa, y se enteró de la verdad: los generales de la Marina, el Ejército, la Fuerza Aérea y Carabineros se habían confabulado para para derrocar al gobierno legitimamente elegido por voluntad popular.
Comenzaban los días del miedo.
Eran las 7.30 de la mañana del martes 11 de septiembre. Muy pocos sabían que ese día se empezó a escribir en la historia de Chile la traición más cobarde, y comenzaban los días del miedo. El entonces presidente de Chile, Dr. Salvador Allende Gossens, muy temprano ingresaba al Palacio de Gobierno, La Moneda. Le habían informado que en Valparaíso se había sublevado la marina. Allende se aprestaba a iniciar los contactos necesarios para sofocar lo que creyó era el levantamiento de una de las tres ramas de las Fuerzas Armadas.
Apurado subió las escaleras hasta la oficina de gobierno que ocupaba desde hacía dos años diez meses y siete días. Se comunicó con el Ministerio de Defensa, y se enteró de la verdad: los generales de la Marina, el Ejército, la Fuerza Aérea y Carabineros se habían confabulado para para derrocar al gobierno legitimamente elegido por voluntad popular.
Comenzaban los días del miedo.
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